Es absolutamente perfecto.
La verdad no soy de esas personas que les gusta algo fácilmente pero esta serie ha logrado convertirme en una persona bastante obsesionada, ya perdí hace tiempo el número de veces que he releído por completo Gremio de Cazadores y no logro cansarme, sólo quiero más.
Nalini nos presenta un mundo dominado por poderosos arcángeles, olvídate de los adorables ángeles, los ángeles de Nalini son completamente diferentes a lo que estamos acostumbrados a leer, pero ya hablaremos sobre los ardientes ángeles más adelante. El escenario del primer libro de la serie, Angels Blood, transcurre en New York, dominando por el frío Arcángel Rafael quien contrata a la Cazadora Elena Deveraux para encontrar en las calles de su ciudad, a un peligroso vampiro sediento de sangre. Todo genial hasta ahora.
Te comienzas a preguntar ¿Qué pasó? ¿No va de ángeles? Pues, si va de arcángeles y ángeles que tienen como “servidores” a vampiros, los que a su vez ven a los humanos como sus sirviente. ¿Y los cazadores? El gremio es una academia que entrena humanos para recuperar a vampiros rebeldes y así regresarlos a sus dueños, el vampirismo no es gratis, viene con un contrato de servicio a un ángel durante los primeros cien años de su vida.
Bien, nuestra protagonista Elena, no solo es una de las mejores cazadoras del gremio, es una extraña “humana” que tiene la capacidad de percibir la esencia de los vampiros. Es una cazadora nata y por ello el ardiente arcángel de New York la contrata; Rafael inmediatamente desea a Elena y ella lo desea a él, pero comienzan un juego del “gato y ratón” yo lo llamo guerra en el que Elena decide no se va dejar dominar por nadie, ni siquiera por el caliente, terrorífico y maravilloso ser que la contrató.
Elena sabe que le costará mucho salir de la misión con vida, adentrarse en el mundo los inmortales siempre lo cambia todo. Así que básicamente es algo como: Yo soy un arcángel, tú eres una humana por favor somete y Elena es algo ¿Que? ¡No! Cuchillo en mano…sangre pero vemos la luz con la historia de este par es bastante apasionada dándonos buen material de lectura que no deja de lado la acción con final épico-romántico y todo.
Inevitablemente Elena termina adentrándose en el mundo de los inmortales y nosotros conocemos a todos los personajes de la serie, Arcángeles, ángeles, vampiros, cazadores y humanos. Persiguiendo a un villano sediento de sangre que deja víctimas a su paso mientras su sed se hace imparable y Elena lo caza, una Arcángel, su Alteza la Zorra Real quiere eliminar del cuadro a la cazadora lo antes posible, Dmitri el vampiro más poderoso del territorio y segundo de Rafael también quiere un bocado, y Jeffrey el padre de Elena que la detesta.
Son muchas cosas, pero vamos a lo más importante. Los Siete de Rafael.
No encuentro modelos reales de como imagino estos personajes.
Dmitri es uno de los Siete de Rafael, es el líder de este grupo. Por supuesto quiere un bocadillo de Elena y no la considera adecuado para ser nada de su Sire, ella es mortal y lo hace “débil”. Veneno otro miembro del grupo, tiene un lengua tan peligrosa como su nombre, Jason el enigmático jefe de espías y….
SILENCIO EN LA SALA!!!!!!
Illium, necesitaría 1000 entradas para hablar y hablar de Illium sin detenerme por toda la eternidad, él es simplemente perfecto… ocho libros después y Nalini no ha hecho más que aumentar la emoción sobre él y tenernos esperando por su libro aún más… En fin, Illium el único que está fascinado con la mortalidad y tal vez por eso se convierte rápidamente en un amigo de Elena haciéndose su aliado.
Tantos personajes, los cazadores: Sara, Ransom, Ash, Vivek, Deacon, Zoe. La Cátedra conformada por el resto de los Arcángeles y los humanos claro está. Ahí tantas cosas dentro de mundo de Nalini que es muy difícil abordarlas todas, es un mundo lleno de seres maravillosos que son violentos y peligrosos, todo se rige bajo la política de los arcángeles, un mundo donde los humanos están indefensos al menos claro que tengan la suerte de Elena.
Busca el libro, pronto estaré subiendo el resto de la reseñas.
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